lunes, 24 de mayo de 2010

Sin control, sin esperanza, sin futuro...

¡Queridos amigos!
Estoy sometido con grilletes y se me obligó a presenciar la ejecución de Cuauhpopoca, su hijo y quince principales de Nautla. Estoy vigilado por una escolta española cada día. Todo por la codicia de los españoles que habían descubierto accidentalmente tesoros escondidos en una de las recámaras principales del suntuoso palacio de Axayácatl.
Ayer ocurrió una cosa terrible. El conquistador me pidió que abandonase a mis dioses y que prohibiese los sacrificios humanos. También averiguó los lugares de donde procedía el oro. Cortes y sus ejercitos derribaron las efigies de nuestros dioses, impusieron imágenes cristianas y celebraron una misa en la cúspide del Templo Mayor. Nuestr tiemplo se convirtió en sede de los dioses extranjeros. Permanezco en la oración de la noche. Quiero sacar partido de la debilidad de los españoles por el oro. Les ofrecí unos nuevos tesoros de nuestras minas con la esperanza de que a cambio de entregar esos tesoros, los europeos se retiraran de Tenochtitlan.



Cada día pido a Cortés que se retire de mi ciudad, pero la respuesta es siempre negativa. Tengo miedo de mis compatriotas. No quiero levantamiento, porque me da cuenta de lo fuerte que representa el ejercito español.
Considerando tener un relativo control sobre Tenochtitlan, Cortés envió a la región de Coatzacoalcos a Juan Velázquez de León con cien hombres con el objetivo de fundar una colonia, para de esta manera, extraer oro y vigilar la costa.
He sido completamente sin control. Me siento como un prisionero de mi propia tierra...

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